LOS DEMONIOS ANDAN SUELTOS
Por Damián Zavala Acevedo
Obra públicada por la Universidad Autonoma de Cuahuila, bajo la supervición del maestro Enrique Mijares gracias al apoyo del Fondo Nacional de Creadores del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Prohibida su reproduccón parcial o total .
PERSONAJES
BERNARDO CRUZ (29 años)
- COBRADOR (22 años)
- EDITOR (30 años)
- GOBERNADOR (Más de 50 años)
- ESTATUA (Sin edad)
- CHOLO (35 años)
- DOÑA LEONORA (60 años)
- EMPRESARIO 1 Y 2 (30 a 35 años)
- PERIODISTA 1 Y 2 (35 años)
- ANCIANO DE LA
- EL CHICHI (25 años)
- COMANDANTE (45 años)
Se escucha el sonido de una máquina de escribir. Al fondo un enorme portón metálico se abre lentamente dejando ver un gigante moño de color negro. El viento mueve vigorosamente la tela del crespón. Se escuchan murmullos de almas en pena. En la penumbra, siluetas de cuerpos
humanos; parecen fetos intentando salir del cuerpo de una mujer. El ruido de la máquina va aumentando hasta confundirse con una ráfaga de balazos de un “cuerno
de chivo”. Chillido de llantas de un auto que se aleja. El espacio se cubre por una densa neblina que se mueve al compás de las sirenas de patrullas. Por delante del portón pasa un hombre de avanzada edad jalando una carreta. Los años le pesan, por lo que camina lentamente. Su caminar no tiene destino.
ANCIANO: Vengo a que me entreguen a mi hijo. Vengo a que me regresen sus huesos. Vengo por sus ideales, por sus arrebatos, por sus desplantes, por su egolatría, por sus verdades, por sus mentiras… Vengo a rescatarlo de sus enemigos. Vengo a darle cristiana sepultura… Vengo a llenar de lágrimas su cuerpo paras cicatrizar sus heridas. Vengo a llevarlo a la tumba de su madre. Vengo a llorar, como la primera vez, su muerte… Vengo a defenderlo de los demonios. Vengo porque la sangre llama a la sangre. Vengo a recoger los trozos de carne que han quedado en la boca de sus amigos. Vengo a sepultarlo nuevamente, a meter su carne en un hoyo hondo, muy hondo, para que de ahí ya nadie lo saque…
Ráfaga de viento. Música norteña. Almas en pena bailan por todo el espacio. No se les distingue el rostro, ya que están cubiertos por una malla que se los desfigura.
VOCES
- No que muy chingón el cabroncito.
- ¡Salud! … La ocasión lo amerita…
- ¡Machito el bato nooo ! (Risas).
- ¡Ya me tiene hasta la madre...
- ¡Ahora resulta que yo no cultivo cebollas…!
- Usted nomás ordene jefecito y “pum” al hoyo.
- Vas muy bien, mi toro loco.
- No cabe duda que eres un chingón. Eso es tener huevos.
- Oye… qué fregona tú última columna… esa que dice: “Los demonios andan... caminado… algo así. ¡Qué chinga le pones el gobernador! ¡Salud! Mi periodista.
- ¡Este pueblo te necesita, eres nuestro héroe!
- Ni “achiotero” ni vendido al sistema. ¿Verdad cabrón?
- Ya sabes. Ahí te esperamos. Habrá de todo... puro ganado cubano y uno que otro máyate si la ocasión lo amerita. (El baile continua)
- ¡Eh, guey!.¡Eh, guey…! Nomás no digas que yo te dije. Si saben, me chingan. Me puedes afectar. Si lo haces pinche Berna, ya no te sigo pasando información. Pal otra semana compita, te tengo una muy buena.
- ¡Apóyame, cabrón...! ¡Quiero ser diputado! ¿O qué? ¿No somos amigos?
- ¡Investíguenlo! Si no le encuentran nada, digan que es joto, a ver si no le baja.
- Mira pues. Meterse con el presidente municipal. ¡Y el respeto que!
- ¡Pinché seudo periodista! Segurito lo están financiando esos cabrones del PAN. ¡Bola de perfumados derechistas!
- Si no nos ponemos truchas, con este “guey” sí que perdemos
las elecciones. El gobernador ya está hasta la madre. No quiere venir a San Luis por culpa de ese puto. Lo calmamos o lo calmamos, y si no, chínguese el PRI para siempre.
- Muerto el perro, se acaba la rabia. (Risas)
(La música y el baile norteño continúan todo se entorna una fiesta hasta que se escucha el sonido del motor del carro y sirenas de patrullas. De manera tempestiva las almas abandonan el escenario)
RADIO DE LA POLICÍA: ¡Atención! ¡Atención!...: ¡Se ordena a todos los agentes que se aboquen a la brecha y calle 27! ¡Repito!: ¡Se ordena a todos los agentes que se aboquen a la brecha y 27! ¡Clave 30!... ¡Clave 30!... ¿Me escucharon?...
Regresa sonido acentuado de máquina de escribir que ahora es visible y utilizada por Bernardo Cruz que viste camisa de color rojo y pantalón azul. Fuma. Se queda pensativo
BERNARDO CRUZ (Lee en voz alta frente): ¡Los demonios andan sueltos y tienen nombre!
Ráfaga de viento. Por delante de la puerta pasa el editor como si acabara de salir de una tumba. Fuma marihuana. En su espalda carga que pequeño un féretro donde se puede leer: ¿Quién fue?
EDITOR (Burlón): Lero, lero… ¡Ya lo soltaron! Salió más gordito. Cachetón. Con barba… Hasta le pusieron la banda... ¡Ah qué mi Procu!... ¿¡Cómo que se le cayó el teatrito!?.... (Ríe) Qué cagadero hicieron con la investigación… ¿Quién sería?... ¿El sereno o los demonios? Pos quién sabe. La cosa quedó igual. ¿Verdad, mi procu? (Ríe)… ¡Qué me vas
escuchar!, si andas bien ocupado ordeñando vacas allá en Suaqui!... (Fuma) ¡Berna!... ¡Bernardo Cruz! ¿Ontás, loco?... Te extrañamos (Ríe)… Qué lejos te enviaron esos cabrones (Ríe). ¿Me escuchas? ¡No te preocupes! ¿El changarro?, ahí sigue vendiendo periódicos… Te lo estamos cuidando muy bien. El cobrador salió rebueno para eso de los números (Sigilosamente): Ya se casó. (En suspenso) Con la venta de tu muerte saco “pa” la boda y hasta le puso casa a la chamaca. (Ríe y fuma. Con tono macabro): ¡Quién se lo echó al plato! (Sarcástico) ¿Quién le dio “cran” al alacrán? (Como la llorona) ¡Ay mis letra, mis ideas, mi libertad de expresión! ¡Cómo nos duele tu partida! ¡Nos duele hondo, muy hondo! (Ríe. Se va)
Entra el cholo apresuradamente.
CHOLO: ¡No le muevas carnal . Nos conviene. La onda así está mejor. Tranquilo. Usted tranquilo. El se lo buscó. Se metía mucho con la raza pesada. La huesuda ya lo andaba rondando. Pa qué nos hacemos tontos. La lengua lo mató, lo enfierró y lo clavó. Era muy acelerado. Los de arriba no perdonan y si no pregúntele al “lencho”, el vendedor de motores: ¡zas zas y zas! al hoyo. Nadie supo, nadie miro, nadie canto hasta que
encontraron sus huesos en el basurero municipal. ¿Quién le manda que ande de balcón? Pobre de su jefecita, se le secó la boca de tanto rezarle a la Virgen de Guadalupe y mira... El crimen del periodista vino de arriba. Para que nos hacemos tontos. Está grueso para comprobarlo, pero el asunto vino de arriba. Ya no lo digo, lo
dice la gente. ¡Mejor no te metas, carnal! ¡Tú, chitón! ¡Los muertos se ven mejor muertos! Tranquilo y todos salimos ganando.
CUARTO DE HOTEL.
CHICHI: Por ésta que no yo no lo maté comandante.
COMANDANTE: Escúchame bien (Lo cachetea) No te estoy preguntando si tú te lo echaste. Te estoy preguntando cómo lo hiciste (Le aprieta los testículos)
CHICHI (Responde entre dientes):.. ¡Yo no lo maté, comandante! ¡Se lo juro! Por mi madre y por mi hija… Por lo que usted quiera.
COMANDANTE: ¿No entiendes, verdad? (Respira hondo) ¿Desde cuándo conoces a los González?
CHICHI: Desde cuando les lavaba sus carros (si) (Traga saliva).
COMANDANTE (Lo toma del cuello): Entonces, ¿Por qué niegas tu participación en el crimen?!No quieras vernos la cara de pendejos!, te
puede ir muy mal. Tenemos bien vigilada a tu familia… en especial a tu niña.
COMANDANTE (Suena su teléfono. Es el procurador): ¡Chingada madre cómo molestan! ¿Bueno? Jefe. No, jefe… No. No quiere confesar... Ya lo sé… Sí jefe… Puede haber pedo si lo manejamos de esa manera… Disculpe: Usted manda… Yo me comunico... Sí, jefe. Sí… ¡okay! ¡Okay!... No se hable más. Lo entiendo. (Retoma el interrogatorio. Golpea de nuevo al chichi) ¿Te lo madreaste, sí o sí? (golpea) ¡Contesta, hijo de tu puta madre! (Gritos de dolor del chichi).
CHICHI: ¿Qué no me entiende? (Respira con dificultad) Ya le dije que ese día estuve arreglando un carro en el taller de un amigo. Una señora de mi barrio que corta el pelo
está de testigo… ¡Ya se lo repetí muchas veces, comandante!... Yo trabajo en un “Car wash”. Ahí va mucha gente. Solo por eso me involucran con los González. Ya le dijo mi hermano que uno de ellos era mi cliente. Le dicen el gordo. Es lo único que se…
COMANDANTE: (Toma al chichi de los cabellos): ¿Y los Zepedas que?
CHICHI (Rápidamente): Los conocí aquí en el hotel junto con los otros veinte.
COMANDANTE: ¿Y al director del periódico? También me vas a decir que lo conociste en el hotel (Ríe)
CHICHI: ¿Y quién no lo conocía? Era muy famoso. Yo lo conocía de miradas y por lo que escribía en el periódico. (Suena nuevamente el teléfono del comandante)
VOZ DEL PROCURADOR: ¿Ya confesó, Arraiga?
COMANDANTE: Lo sigue negando jefe.
VOZ DEL PROCURADOR: No sé cómo le vas hacer, pero el gobernador ya quieres resultados. ¿Me entiendes?
COMANDANTE: Tenemos a veinte sospechosos jefe. Aún no sabemos quién de ellos es el greñas.
VOZ DEL PROCURADOR: ¡Arraiga! Pareces nuevo. ¡Quiero resultados! El gobernador quiere calmar ya este pedo. Le está afectando su imagen. La prensa nacional e internacional ya empezó a chingar. (El procurador cuelga. El comandante se dirige al Chichí. Lo patea hasta el cansancio). Si el gobernador quiere resultado, pues los va a tener. (Oscuro. El chichi vuelve ser atacado brutalmente por el comandante hasta dejarlo inconsciente. En otro lugar la mamá del Chichí está hincada ante la silueta de un hombre que se refleja al fondo del portón. Se cubre el rostro con una tela blanca manchada de sangre en donde se alcanza ver el rostro de su hijo)
MADRE: Ya vengo, ya voy, y nada. Ya son muchas vueltas a “Hermosio” (sic). Hasta ya lo mandaron con los otros. La cosa está muy revuelta y rara. Mis piernas ya no responden y mi corazón lo traigo destrozado. (Llora. Se dirige a la silueta)…. ¡Mi hijo es inocente, señor gobernador! ¡Es inocente! ¡Aquí tengo las pruebas! ¡Los supuestos testigos ya se retractaron! ¡Ya le dije a su procurador que él no iba en el impala! (Implora) ¡Por el amor de Dios gobernador! ¡No se quede mudo! ¡Míreme a los ojos! (Baja la voz) Toque este corazón y se dará cuenta que le dice la verdad (Reprocha) ¿Por qué se lo llevó hasta allá si aquí pasaron las cosas? (Explota) ¡Con una chingada señor gobernador! ¡No se quede mudo! (Se para y lo enfrenta) ¡Mi hijo es inocente! ¡Con una chingada! ¡Míreme a los ojos! ¡No se quede mudo, señor gobernador!
CASA DE LA PLANCHADORA
CHOLO: Se lo quebraron doña Leonora…
DOÑA LEONORA (Plancha montones de ropa): Sí.
CHOLO (Con la boca reproduce ruido de carro. En sus manos sujeta imaginariamente un cuerno de chivo. Lo dispara): ¡”Culeros”! ¡De lo que se llaman “culeros”!
DOÑA LEONORA: Apenas que había cumplido los veintinueve.
CHOLO: La neta, si yo hubiera estado ahí, saco mi filera y lo defiendo. Esos batos no se la hubieran acabado. Me cae doña Leo….
DOÑA LEONORA: Lo conocí desde que estaba “ansina” de chamaco. Yo sabía que ese condenado iba a ser algo. Ya pintaba. No se perdía ninguna novela policíaca y mucho menos esas revistas de políticos. Las leía todas de un “chingadazo”. Me
acuerdo que le decía: Vete a jugar con los “plebes”. ¡No!, que caso me iba hacer. Ahí se quedaba. Congelado. Sin mover los ojos de las revistas y periódicos que no se de donde agarraba. (Pausa) Pasé mucho tiempo de no saber de su paradero.
CHOLO: ¿Apoco también le dio por irse a los Estados Unidos?
DOÑA LEONORA: Ni pensarlo. Ese muchacho quería mucho a su México. No ves como traía del culo a todos los corruptos… (Admirada) Un día que me regresa…
BERNARDO CRUZ: ¡Ya soy periodista doña Leonora!
DOÑA LEONORA (A Bernardo): ¿Periodista tú? ¡Si te corrieron de la preparatoria!
BERNARDO CRUZ: Desde cuando hay que ir primero a la escuela para decir la verdad.
DOÑA LEONORA (Al cholo): Una vez, me lo encontré por la Obregón, estaba tomándose unos tragos.
BERNARDO CRUZ: Ya ando en la política doña Leonora.
DOÑA LEONORA (A Bernardo): Pero mira qué “carrazo” te cargas canijo. ¿No andarás en eso del narco?, Le dije. (Ríe).
BERNARDO CRUZ: Qué pasó. Soy nada menos que el secretario particular del gobernador Zamaniego. El mero “chilo” de la Baja. Aquí tiene mi tarjeta. Con esta se puede pasar todos altos.
DOÑA LEONORA (Al cholo): Al ver la tarjeta. Me quedé con los ojos cuadrados. Nunca le perdí la fe a pesar que me daba un poco de miedo cuado leía en las noticias. Un día publicaron que el Berna se había agarrado a balazos con unos pistoleros en un palenque allá en Tijuana y para no hacerte largo el cuento que me lo sacan con todo y chivas del gobierno…. ¡Pa´ que se te quite lo sonso! Se me figura que le dijo el tal
gobernador... A los días se retachó pa´ San Luis. Ahí anduvo gastándose con los amigos el dinero que le habían dado por lo de su salida. Un día
vino a la casa. Saco unos papeles que todavía tenía en la “traila” que le prestaba. Llego en un carro nuevecito. Sin placas. Cuando se fue, le avente la bendición por la espalda. Ni cuenta se dio. Al poco tiempo, unos dos años sería, unos traileros me dijeron que lo vieron por Caborca.
“Quesque” había puesto una taquería. Estaba loco: Primero periodista. Luego político y por último taquero. Una tarde de calorones que me llega: (A Bernardo) ¿Y tú? ¿Eres de verdad o eres un espíritu?
BERNARDO CRUZ: De verdad doña Leonora.
DOÑA LEONORA (A Bernardo): ¿Y qué andas haciendo por aquí?
BERNARDO CRUZ (Enciende un cigarro. Fuma): Voy a poner un periódico.
DOÑA LEONORA (A Bernardo): ¿Cómo que vas a poner un periódico? Necesitas mucho dinero. (Al cholo) Siempre dije que estaba mal de la cabeza y en este momento lo estaba comprobando.
BERNARDO CRUZ (Se dirige a Doña Leonora.): No me lo crea. Allá usted. Total.
DOÑA LEONORA: Se subió al carro, patinó llanta y se fue otra vez sin dejar polvo. Años más tarde, por mentadas de la gente y de las páginas del periódico mí di cuenta que andaba muy de la manita de los políticos;
de gente rara y de esos empresarios que se dedican a comprar la justicia… Si… si… si, esos fueron sus confidentes, sus aduladores, sus críticos... Por los periódicos me enteraba que aún estaba vivo: ¡Que se peleó con el general! ¡Que se agarró a chingazos con los judiciales! ¡Que
le balacearon el periódico!… La virgen lo protegió mucho tiempo de las balas, pero los santos también se cansan…
CHOLO: ¿Quién se lo quebraría doña Leonora? (Sopla viento)
DOÑA LEONORA:.. ¡Los demonios! (Ladrido de perros)
CHOLO: No les ponga nombre doña Leonora. No le mueva. No nos conviene (Sale corriendo y regresa con guitarra en mano)
CONFERENCIA DE PRENSA
CHOLO: ( Canta )
En el pueblo de San Luis,
un periodista murió.
Se lo echaron por la espalda,
las balas su vida hundió.
Muchos dicen por ahí,
que el gober fue quien ordenó:
Cállense a ese jilguerillo,
si quieren que vaya a San Luis.
La gente llora su ausencia,
con una gran emoción,
pues le han quitado a un héroe,
que hizo una revolución.
Políticos y un que otro narco,
sus almas ahora descansan en paz,
pues desde muy “arribota”
les quitaron su diario penar.
Palomita mensajera... dile al gobernador,
que ya solucione el caso,
Pa’ que no manche su honor.
Ya con esta me despido,
Si no me pueden matar,
Ahí les dejo a mis amigos
Palabras que olvidaran.
(Hombre que viste impecablemente hace entrada triunfal mientras que el cholo, al terminar el corrido coloca una manta en donde lee: (¿Quién fue?)
GOBERNADOR: El señor periodista era mi amigo. (Ruido de viento) Muchas veces lo invite a que dialogáramos sobre algunos puntos en donde no concordábamos. Por cierto puse a su disposición mi avión privado. No lo acepto, debo confesarlo (Viento). Me duele (Ráfaga de viento)… que con su asesinato, una vez más los enemigos de la
libertad de expresión pretendan enterrar la verdad (Viento que chifla) Desde aquí nos solidarizamos con el padre del malogrado personaje y del gremio periodístico a quien tanto respeto (Ruido de viento)... Como gobierno, nuestra convicción siempre ha sido apoyar a los comunicadores que buscan informar con veracidad y objetividad los hechos que acontecen en este bello estado (Viento lento). Afortunadamente, gracias a la eficacia de la procuraduría ya se encuentra detenido uno de los principales sospechosos (Viento con polvo) Con esto se comprueba el interés que tiene mi gobierno por detener a los culpables y ponerlos tras las rejas (Viento con truenos. Sonido de rocas que caen a un voladero). Por favor, yo le pido al pueblo de San Luís que evite las especulaciones que
desorientan o plantean falsas líneas de investigación (Viento que sube y baja). Tenemos todas las evidencias para comprobar de manera contundente ante las autoridades correspondientes que los asesinos ya están en manos de la Procuraduría. (Viento ensordecedor) Festejemos juntos que en Sonora, la procuración de justicia se aplica con mano dura. (Entra Chichí con dificultad por el viento que sopla).
CHICHI (Gritando): ¡Y mis siete años señor gobernador! ¿Quién me los va a regresar?¿Su justicia? (Ráfaga de viento que hace que los papeles del discurso del gobernador caigan sobre el piso)
GOBERNADOR: Los que ejecutaron este crimen, trabajan para personas ligadas con el narcotráfico. (Ruido de viento) Las evidencias son claras así como los móviles que llevaron a planear este infame hecho. Todas estas conclusiones se desprenden por lógica de las propias declaraciones del involucrado. (Ráfaga de viento)
CHICHI: ¡Conteste señor gobernador! ¿Y las lágrimas, los desvelos de mi madre? ¡Qué! ¡Son gratis! (Ruido de viento). La justicia para ella no existe
(ruido de viento)... ¡Mire! Tengo las manos libres. Los pies libres. Las palabras libres. Puedo correr. ¿Y usted? ¿Qué va a hacer ahora?... La historia tiene memoria señor gobernador. (Silencio)
GOBERNADOR: (Sin perder el control, ve de reojo al Chichí): Los ciudadanos que han estado plena y oportunamente informados de estos graves acontecimientos no permitirían que se desvíen las investigaciones para no concretar resultados falsos. Muchas gracias por su amable atención. (La fuerza del viento no lo deja salir. El Chichí busca acercarse al gobernador)
CHICHI (Gritando): ¿La gente no cree en sus palabras?
GOBERNADOR: (Sale con dificultad debido a la fuerte ráfaga de viento)
EN LA OFICINA
BERNARDO CRUZ (Enojado): No quiero volver a verla por aquí. ¿Está claro?
COBRADOR (Revira): ¡Ese no fue el trato!
BERNARDO CRUZ: ¡Las reglas del juego las pongo yo!
COBRADOR: No sé, que es lo que te molesta.
BERNARDO CRUZ: ¿No sabes? ¿No sabes? Te pierdes. Ayer no fuiste a dormir a la casa. ¿Crees que no me di cuenta?
COBRADOR: ¿Por eso diste la orden a los voceadores para que no me dieran ningún cinco? No traigo gasolina. Además la blazer
anda fallando. Tampoco quieren pagarme los recibos. ¿Qué? Fue orden tuya.
BERNARDO CRUZ: ¡No tienes vergüenza verdad!... ¡Yo me chingo todo el día para que tu noviecita disfrute lo que gano! ¡Qué a toda madre¡ (Colérico) ¡ chíngueme yo no?...
COBRADOR (Enojado): ¿Qué es lo que quieres?
BERNARDO CRUZ (Se acerca al cobrador lentamente): Que te decidas. En este momento: Tú novia o el periódico.
COBRADOR: La decisión está tomada desde hace tres años. ¡Tú estuviste de acuerdo! Me dijiste que no había problema, que así estaba mejor la cosa. Ahora me sales que esta situación te incomoda. ¿Quién te entiende? (Quiere salir)
BERNARDO CRUZ (Sujeta al cobrador del brazo): Las reglas cambian (Lo suelta) ¡No quiero volver a ver a esa rondar por mi periódico…! ¡Me oíste! (Acentúa) Si lo hace, no volverás a recibirán un cinco más. (El cobrador va hacia la puerta. El periodista lo detiene) No te pongas así. ¡Entiéndelo!...
Este es un esfuerzo de los dos. Un proyecto que los dos iniciamos. Que anhelamos y soñamos y que podría derrumbarse si no estamos juntos. Ya sabes, la presión del gobernador continua. (Del cajón de su escritorio, saca un pistola y luego unos papeles)… ¡Mira!, lee. ¿Qué dice aquí?... ¡El
periódico es tuyo, lo puse a tu nombre !… ¿No lo entiendes? ¡Es tuyo…! (Cambia de actitud) Pero ya sabes, las condiciones son otras… No por favor, no te molestes (El cobrador sale enojado. El periodista se queda solo y pensativo. Los documentos van al piso. Enciende un cigarro. Fuma. Toma el teléfono y se comunica con su secretaria
particular) Susy, dile a todos los reporteros que mañana quiero que traigan los papales que les pedí el mes pasado; también comunícate con el licenciado Gómez. Dile que mañana los quiero aquí (Cuelga) La empresa será de todos (Empuña la pistola, la observa detenidamente hasta que su celular suena. Oscuro)
CASA DE JUBILADOS.
ENCARNACION (Desde la cocina): Ya pasaron 7 años. (Frente a la ventana de la sala, esta Víctor parado apoyado por un bastón. En su rostro se refleja la sombra de la silueta de una estatua) Nos quedamos desprotegidos. (Grita) ¡Bichis!, pa que me entiendas. Como momias. Y tú
no te cansas de mirar ese mono. ¡Por amor de Dios Víctor! ¿Dónde habré dejado las pastillas? ¡Santa virgen!, esta memoria que vamos perdiendo con los años. Ya estamos igual que los políticos que esconden siempre el
pasado. (Sale de la cocina. Se dirige a Víctor). En vez de estar ahí como sonso deberías ayudarme a buscar las patillas, ahí te lo “ahiga” cuando te
lleguen las dolencias. (Víctor dirige su mirada a la anciana que regresa de nuevo a la cocina). Ese mono te ha dejado sin lengua. (Regresa a la sala). ¡Con una chingada, te vas a “tiriciar”! (Encarnación se coloca tras la espalda de Víctor)…Si el viviera, seguro te hubieran hecho caso (Víctor traga saliva y respira hondo, se ve hostigado por la cantaleta de su mujer)… Te desgraciaron. Si no fuera por mi hermana ya nos hubiéramos muerto de hambre. ¡Anda toma! ... Por el amor de Dios Víctor, deja ya de mirar ese mono… ¿Con una fregada a quién se le ocurriría ponérnoslos enfrente? Por eso la Concha y el Robertito ya no quieren quedarse con nosotros. Les da miedo esa
sombra. (Encarnación fija su mirada a la ventana). Parecieras que todos los días nos quisiera decir algo. (Víctor se toca el pecho. Respira y tose. ). Ya son las cinco viejos, anda; te toca la pastilla. Luego no aguantas los dolores. Pareces chiquito.
D0N VICTOR: ¡No quiero tomarme tus pastillas! ¡Déjame!
ENCARNACION: ¡Pues muérete! No voy estar ahí como tú pendeja. (Don Víctor por fin acepta tomarse la pastilla). Te acuerdas cuando el seguro no quería darnos tú pensión y fuimos con él y nos ayudo. Al otro día ya teníamos a dos trabajadoras sociales en casa. Les dolió a las hijas de la chingada el periodicazo que les metimos. Lo sintieron fuerte. Desde ese día le agarré fe. Nos estaba llevando la fregada... ¿Te acuerdas Víctor?
VICTOR: …
ENCARNACION: Con lo que nos dieron hasta nos alcanzo para visitar a mi hermana Julia en Nogales. Que gusto le dio. (La silueta de la estatua poco a poco va desapareciendo).
ENCARNACION: Viejo vente para acá. Anda, arrímate. Ya se fue la sombra… (Se asoma por la ventana). Con razón, hoy es diecisiete de Julio. (Admirada) Mira que bonito ramo le pusieron. Tulipanes. Como los que a mí me gustan… ¡Te acuerdas antes como se llenaba flores!... Poco a poco, se ha estado quedando solo. Los pichones son los únicos que lo visitan a diario, mira como le tienen cagoteada la cabeza al pobre… (La estatua mueve su mano derecha y se quita el excremento lentamente de la cabeza).
LOS EMPRESARIOS
Empresarios asan carne y escuchan música de Mana. En la reunión está presente un artista que come y bebe como si fuera la última vez:
EMPRESARIO 1: ¡La vamos hacer chingona!
EMPRESARIO 2: ¡Pues claro!, se lo merece.
EMPRESARIO 1: Más grande que la cabeza que le hicieron los del PRI a Colosio. ¡Que la pinche estatua sea impresionante! ¡Cabrona!... Que la gente lo recuerde tal y como es. Que se vea de aquí a Mexicali. Algo impresionante.
EMPRESARIO 2: Si ya tiene su calle, por qué no su estatua. Te imaginas que cabrón, que ese lugar donde va quedar se convierta en un lugar bien tradicional. Algo así como el Ángel en el DF. ¡Puta madre!, nosotros quedaríamos para la historia.
EMPRESARIO 1: Que una de sus manos apunte hacia la baja para mostrar a la gente donde empezó el panismo.
EMPRESARIO 2: Es algo bien “curado” y estoy seguro que el pueblo nos lo va ha agradecer.
EMPRESARIO 1 (Se dirige al artista que se encuentra en la reunión): ¿Y cuanto crees mi artista que nos sale el monito ese?
EL ARTISTA (Con una botella de cerveza americana en la mano): Si la quieren de bronce… unos trescientos mil pesos.
EMPRESARIO 1: ¡Ah caray caray! ¿Tú que dices mi empresario? ¿Está carita no? (Al artista) ¿Qué no hay algo más baratito?... Algo digno pero que sea de color bronce…
El ARTISTA: Fibra de vidrio.
EMPRESARIO 2: ¡Sí…!
EMPRESARIO 1: Qué chingón
EMPRESARIO 2: ¿Y en cuanto se reducen los gastos mi artista?
El ARTISTA: Siendo de fibra de vidrio… En un ochenta por ciento. Barato, baratito.
EMPRESARIO 1: ¡Déle pa´ delante mi artista! ¡Que la chingada! Nuestro compa se la merece. No se nos puede olvidar que a muchos nos metió a la política. ¿Verdad mi ex - regidor?... ¡Órale pues!, a pedir la coperacha pa´ que el bolsillo no resienta mucho. (Oscuro).
LAS RAFAGAS DEL CHIVO.
Bernardo Cruz, viste camisa roja, pantalón negro está a punto de ingresar al portón. Un auto impala donde viajan cuatro sujetos que se cubren el rostro con pasamontañas se detiene violentamente tras de su espalda. De la unidad desciende uno de ellos armado con un “cuerno de chivo” y con un signo de interrogación en la máscara. Dispara hasta descargar las balas que se impactan en el cuerpo del periodista. El asesino regresa al auto, cambia el arma larga por dos pistolas calibre 45 para posteriormente vaciarlas a la cabeza de BERNARDO CRUZ que yace en el suelo. Las
sirenas de las patrullas no se hacen esperar. Del cuerpo de Bernardo Cruz sale sangre que recorre varios caminos que bañan a varios animalitos que por ahí pasan. Los flachazos de las cámaras de periodistas no se hacen esperar. La radio de la operadora de la policía da una orden:
VOZ DE OPERADORA DE RADIO: Todas las unidades abocarse a la avenida Brecha y calle 27!
Suena un teléfono. Es el de BERNARDO CRUZ. Los presentes se quedan admirados y no pueden creer lo que están viendo. BERNARDO CRUZ se levanta.
BERNARDO CRUZ: ¡Bueno!... ¿Qué pasó compañero? (Ríe) No se preocupe. Son gajes del oficio. Acuérdese lo que dijo nuestro gobernador: Quién le tenga miedo a los espantos que no salga de noche… ¡Es el narco compañero! Tengo las pruebas… Usted mismo fue conmigo… las encontramos. ¿No se acuerda? ¿Cómo que qué? ¡Las pistas en donde aterrizaban los aviones…! Que me demande… No se preocupe, no pasa nada. No importa… que me difame (Ríe)… Eso dicen. Ya sé, me acusa de degenerado sexual. (Ríe) Compañero… compañero: Los demonios andan sueltos compañero… ¿Una entrevista? ¿Quiere vender periódicos no? (Ríe). ¡Órale! nomás porque usted me cae bien, ya ve como me traen los
otros periodistas... Lo espero en la oficina, sirve que le presumo la pinche computadorzota que me compré. Esta poca madre. Es un robot (Ríe). Ya quisieran
muchos tener este aparatote… ¿No le digo pues? Con usted no se puede hablar en serio. ¡De veras!, está poca madre; en San Luis yo soy el único que la tiene (Ríe).
DESPUES DEL CRIMEN
PROCURADOR (Enfurecido): … ¡Este no es un juego. Ustedes señalaron al Chichí. Aquí esta su firma en donde aceptan sin temor a equivocarse que el fue quien disparó en contra de su jefe. Ahora resulta que se equivocaron. No me vengan con eso. Se los repito: este no es un juego.
REPORTERO 1: El Chichí no es la misma persona de la foto que usted nos mostró en las oficinas de la judicial.
PROCURADOR (Insiste): Es la misma. Nomás que en la foto el Chichí tenía el pelo largo.
REPORTERO 2: Queremos retractarnos. Estamos seguros que la persona que nos presentó no es el asesino.
PROCURADOR: ¡Esto no es un juego señores! ¡Es el greñas y es el greñas! Ya fue anunciado a nivel nacional.
REPORTERO 1: ¿Y eso qué importa?
PROCURADOR (Enfurecido): ¡Chingada madre! (Arroja al piso papales que trae en la mano).
EN EL CERESO DE HERMOSILLO
Madre: Hoy me entregan a mi hijo. Ya me lo notificaron. Lo voy a esperar en esa puerta. Por ahí lo metieron. Nunca debió entrar. Ya le tenemos una fiestecita con la banda y todo. Sus hermanas brincan de gusto. (Ríe) Me va a ver un poco más vieja. Siete años son siete años… ¿No puedo creerlo? La justicia llegó con mucho dolor pero llegó. Ya estoy preparada para el disculpe, fue una equivocación. No le guardo rencor a nadie… ¡Mi
hijo volverá a casa!. La familia volverá a comer junta. Los del barrio ya lo esperan. Algunos ya no viven ahí, otros ya se murieron… Tengo ganas de abrazarlo, de besarlo. Llorar juntos. Irnos de viaje. Por fin las noches ya no serán tan largas. A todo mundo le debo. No importa vamos a salir adelante. Ya pasó lo peor, (Piensa) ¿Quién habrá matado al periodista? Mi hijo no fue, eso quedó ya bien claro.
El CHOLO: ¡Extra!¡ Extra!: Ya cayó un sospechoso del asesinato del periodista. Lea las últimas noticias. Su nombre: Enrique Rincón Muro alias “El Greñas”; quería ser policía. La madre llora su desgracia. La Procuraduría responde con resultados. ¡Extra!: Ya cayó un sospechoso del asesinato de Bernardo Cruz Montoya. Al parecer la policía resuelve el caso en menos de 24 horas. La gente exige justicia…. ¡Extra! ¡Extra!, el susodicho podría pasar treinta años en la cárcel. Estimado lector, en la compra de su periódico preferido, le regalaremos dos boletos para que asista hoy por la noche al circo gratis: No deje de ver a las bestias de las dos cabezas y a la niña que se convirtió en tarántula por andar echándole mentiras a su madre. Lleve su periódico, el único que además de llevarle las noticias le da diversión. ¡Extra! ¡Extra!…
EL PENAR DE LA ESTATUA
A un costado del portón se asoma la estatua. Al lugar llega el editor con una camisa puesta con la imagen de un rostro en donde se lee: “Como le quedó el ojo señor procurador”. Camina apresurado. Como si alguien los persiguiera. Busca esconderse. La voz de la estatua lo paraliza
ESTATAUA: Llegas tarde. (El editor voltea para todas partes hasta toparse con la estatua. Se queda putrefacto. Fuma y en el momento tira el cigarro).
EDITOR: ¡El Berna...¡El poderoso Bernardo Cruz Montoya! (Quiere salir corriendo. Las palabras de la estatua lo detienen)
ESTATUA: … Llegas tarde. (Rodea al editor con sus pasos).
EDITOR: ¿Me esperabas…?
LA ESTATUA: Siempre te he estado esperando… ¿Trajiste el arma?
EL EDITOR (Nervioso): ¿El arma…? ¿…Cuál arma?
La estatua camina hacia el editor. Lo toma del cuello.
ESTATAUA: ¡No te hagas pendejo…! (aprieta más el cuello. Lo golpea con un brazo. El editor quiere huir. No lo logra. El sonido de la máquina vuelve a hacerse presente)
EDITOR (Se duele): Yo no tengo ninguna pistola ¿No sé de qué me hablas?, ¿Pregúntale al cobrador? Yo cuando llegue ya no estaba. (La
estatua continúa apretándolo del cuello. El Editor se safa). ¡Vete!... ¡Lárgate! Ya no te queremos aquí. Déjanos en paz. Ya todo pasó. ¿Qué quieres? ¡Seguimos investigando... no hemos dejado ningún minuto en exigir que se aclare tu caso! ¡Vete!. No nos atormentes. Fuera de aquí. ¡Policía!, policía una estatua está atentando con la libertad de expresión (La estatua vuelve alcanzarlo de nuevo. Está a punto de
estrangularlo. Entra el cobrador con pistola en mano. La estatua lo enfrenta. El cobrador se siente impotente para disparar. La estatua lo doblega.
COBRADOR (Grita): ¡Déjame!
ESTATAUA: Te dije que las reglas habían cambiado.
La estatua y el cobrador forcejean. Se une el Editor. Poco a poco se hace oscuro. Gritos. Se escucha un balazo. Los tres gritan. Oscuro total.
EN EL PORTON.
Pasa por el lugar el cholo, mientras la mamá del Chíchi espera a las afueras del Cereso de Hermosillo:
CHOLO:
En un camión pasajero,
de esos que van pa´ San Luis,
en el asiento veintiuno,
va de regreso el Chichí.
Casi llegando a Santa Ana,
se puso muy nerviosito,
pero su madre le dijo,
no te preocupes mijito
lo bueno que allá en la casa,
estarás bien cuidadito.
A mis amigos les digo,
no crean que los he olvidado,
tampoco de mi memoria
a quien me ha señalado.
Ya con esta me despido,
pero los dejo pensando,
si yo no maté a Bernardito,
ahora a quien estarán acusando.
Vuela, vuela palomita,
párate en aquel lugar,
donde reposan los restos,
de un misterioso juglar.
MADRE: Ya está tocando la música. ¿La escuchan? ¡Yo sí! Van a ser cinco horas. Las pagaron sus hermanos. Todo el mundo está invitado. Hasta los periodistas…. Ya me habló mi hermana de los Ángeles. Viene
pa´ ca, Sus hijos no pudieron venir porque no tienen papeles. Les voy a mandar una foto del Chichí. No lo van a conocer. Está más gordo y se dejó crecer el bigote y la barba. Cómo madre claro que estoy feliz. Ahí adentro todavía quedan muchos inocentes…. (Suspira) Ni tiempo voy a tener para despedirme de la Trini. Es mi amiga,
aquí nos conocimos. Ella tendrá que venir ahora sola. Su hijo pasará treinta años en la cárcel. Lo acusaron de haber asesinado a dos policías. Ella dice que no es cierto. Mañana le hará
un pastel, cumple veinticinco años. (Se queda congelada al escuchar el nombre de su hijo)
VOZ DEL CELADOR: ¡Enrique Rincón Muro!... (Ruido del abrir de una celda). ¡Enrique Rincón Muro!.¡Enrique Rincón Muro!: a la puerta con todo y chivas! (Ruido de rejas. Se escucha la canción melancólica y norteña)
Empiezan a abrirse el portón que del interior de este arroja neblina. A lo lejos se escuchan pasos. La mamá del Chichí se emoción. El cholo baila como loco. Se escuchan más pasos. Enseguida hace su aparición la estatua que se traslada en una base con ruedas que chillan. El cholo y la madre se quedan impactados ante la esfinge. El cholo corre hacia ella. Le dispara imaginariamente utilizando su guitarra como si fuera un cuerno de
chivo. Al piso cae un brazo de la estatua. Luego el otro. Posteriormente la cabeza que rueda hasta caer a un barranco. Por el portón aparece caminando lentamente al compás de la marcha nupcial el cobrador que viste un vestido de novias con una larga cola jalando con una de sus manos un féretro seguido por el editor quien levanta desesperadamente los trozos de la estructura humana y los coloca en la caja fúnebre. Al fondo aparece la imagen del gobernador. Finalmente aparece el chicha bañado por la neblina que es más intensa. Corre y abraza a su madre. El anciano de la carreta pasa por el lugar trasladando un cadáver que va dejando gotitas de sangre por donde
va pasando. El Cholo no para de reír. A lo lejos se escucha la canción: “Calle melancolía” de Joaquín Sabina. La luz desciende al escucharse las letras de la melodía, mientras un grupo de hombres vestidos con ropa de trabajo limpian totalmente el espacio tratando de borrar toda evidencia. Oscuro.
Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntes a dónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
A mis compañeros de trabajo, quienes han sido crucificados en las mismas páginas del periódico que ellos mismos consolidaron….
Telón